En aquel tiempo, se acercó uno a Jesús y le preguntó: “Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?”. Jesús le contestó: “¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos”. Él le preguntó: “¿Cuáles?”. Jesús le contestó: “No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo”.
El muchacho le dijo: “Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?”. Jesús le contestó: “Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres –así tendrás un tesoro en el cielo– y luego vente conmigo”. Al oír esto, el joven se fue triste, porque era rico.
Palabra del Señor.
Reflexión
Los planes de Dios no coinciden generalmente con los nuestros; hay que partir de esta premisa. A veces uno proyecta -con la imaginación- tantas cosas... cuantas situaciones nos hemos inventado, de vanidad, de egoísmo; los planes divinos formados desde la eternidad para nosotros son los más bellos que nunca pudimos imaginar. Algunas veces, puede que ellos nos desconcierten, y hoy Jesús nos invita a dejar libre el corazón para llenarlo todo de Dios; y nuestra alegría sea el fruto de la generosidad, de responder a las sucesivas llamadas que a cada uno en su estrado dirige el Señor que pasa.
Tu vida, mi vida, se llenan de gozo y de paz cuando estamos disponibles ante la voluntad de Dios. Una vez que alguien ha sentido posar sobre él la mirada del Señor, ya nunca lo olvida, ya no es posible vivir como antes. ¿Por qué nos dará tanta tristeza entregarle nuestra libertad a Dios? Como la del joven rico del Evangelio, libertad que si no nos sirve para llegar a la meta, a Cristo que pasa por nuestra vida... esa tristeza que nace en el corazón como una planta dañina cuando nos alejamos de Cristo, cuando le negamos aquello que poco a poco nos va pidiendo cuando nos falta generosidad; puede haber enfermedad.
Y hay que saber entregarse, arder delante de Dios como esa luz que se pone sobre el candelero para iluminar a los hombres que andan en tinieblas. La tristeza hace mucho daño al alma; un alma triste está a merced de muchas tentaciones. ¿Cuántos pecados han tenido su origen en la tristeza, cuantos ideales ha roto? Yo creo que es un bonito momento para examinarnos en la generosidad con los demás, y preguntarnos si me preocupo excesivamente de mí mismo, de mis cosas, de mi salud, de mi futuro, de mi pequeñez; o también estoy dando tiempo, estoy dando de mi libertad, estoy dando de mi vida a los demás. María, auxilio de los cristianos, ruega por nosotros. La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ti y te acompañe siempre. Un abrazo fuerte, feliz día.