Listen to "Ep. 153 | SEP:07:2020 Lunes 23ª Semana del Tiempo Ordinario" on Spreaker. ♰ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Lucas 6, 6-11 ♰
Un sábado, entró Jesús en la sinagoga a enseñar. Había allí un hombre que tenía parálisis en el brazo derecho. Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo. Pero Él, sabiendo lo que pensaban, dijo al hombre del brazo paralítico: “Levántate y ponte ahí en medio”. Él se levantó y se quedó en pie. Jesús les dijo: “Les voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar a uno o dejarlo morir?”. Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo al hombre: “Extiende el brazo”. Él lo hizo, y su brazo quedó restablecido. Ellos se pusieron furiosos y discutían qué había que hacer con Jesús.
Reflexión
Yo quisiera que el Evangelio de hoy fuera directamente hacía mí, porque el Evangelio de hoy narra de cómo el Señor curó la mano derecha de un hombre que había venido a la Sinagoga y, lo más fundamental de todo esto, con una esperanza puesta en el Señor, con la condición de hacer el esfuerzo para extenderla. Y aquí, vemos cómo la gracia opera en los milagros, cómo la gracia nos ayuda a ver con actitud frente a las cosas que son difíciles, frente a metas que se ven excesivamente altas...pues el Señor lo único que pide es confianza en Él, solamente confianza en el Maestro. Es lo que está en nuestro alcance, es lo que nos insinúa el Señor en la intimidad de la oración; y yo creo que cuando uno se empeña, la gracia realiza maravillas con nuestros esfuerzos que parecen poca cosa. Todos los días tenemos que trabajar las virtudes, la santidad. Y todo esto se va labrando cuando somos fieles en lo poco, en lo corriente, en acciones que podrían parecer irrelevantes. Y hay que tener algo muy presente en esto y es la tibieza que paraliza el ejercicio de las virtudes: ¿Qué me está paralizando en este momento? Todo lo contrario, el amor hace que miles de cosas vuelen; la tibieza es todo lo contrario: hace que parezcan irrealizables los pequeños esfuerzos. Que una persona tibia piensa que, aunque el Señor le pida que extienda su mano, ella no puede. Y como consecuencia, pues no la extiende y no se cura nunca. Y el amor tiene que afianzarse en actos pequeños: hacer buena cara aunque nos cueste, sonreír, hacer todo lo que esté en nuestro alcance de crear un clima amable alrededor aunque estemos cansados, agobiados, aunque nos pasen miles de cosas...evitar esa palabra que puede molestar.
Hay tantas cosas metidas dentro de nosotros como la pereza, la envidia, y eso vence. Así que te invito a que extiendas tu mano y poder pensar dentro de tí “Yo sí puedo, yo quiero”. Y hoy le pedimos al Señor que, de verdad, querramos ir cada día a Él con un renovado amor. María, auxilio de los cristianos, ruega por nosotros. La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre t y te acompañe siempre. Un abrazo, feliz día.