Listen to "Ep. 152 | SEP:06:2020 Domingo 23º del Tiempo Ordinario" on Spreaker. Primera Lectura:
Del libro de Ezequiel 33, 7-9
Esto dice el Señor: “A ti, hijo de Adán, te he constituido centinela del pueblo de Israel; cuando escuches alguna palabra de mi boca, les harás advertencias de mi parte. Si yo decreto la muerte de un malvado, y tú no se lo adviertes para que cambie de conducta, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuentas de su muerte. Pero si tú adviertes al malvado para que cambie de conducta, y él no cambia, es él quien morirá por su culpa, y tú salvarás tu vida”.
Palabra del Señor.
Salmo Responsorial: Salmo 94
R/. Danos, Señor, un corazón sensato, para saber escucharte.
- Vengan, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos en su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. R/.
- Vengan, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, Creador nuestro. Porque Él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que Él guía. R/.
- Ojalá escuchen hoy su voz: “No endurezcan el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto: cuando sus padres me pusieron a prueba, y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras”. R/.
♰ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Mateo 18, 15-20 ♰
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano. En verdad les digo que todo lo que aten en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra quedará desatado en los cielos. Les digo, además, que si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».
Palabra del Señor.
Reflexión
Muy bien, en el Evangelio del día de hoy vemos a Jesús que nos enseña frente al hermano, que si comete una culpa contra mi, que si me ofende, lo primero que debo usar frente a esto es la caridad hacia él, antes que nada; hay que hablarle personalmente, explicándole que aquello que ha hecho o ha dicho no es bueno. Y dice el Evangelio que si el hermano no escucha, viene un paso a paso en donde sugiere una intervención progresiva; vuelve a hablarle con otras dos o tres personas para que sea más consciente del error que ha cometido. Y si no pasa esto -no capta la exhortación-, pues es necesario decirlo a la comunidad; y cuenta el Evangelio que si no escucha a la comunidad, es necesario hacerle percibir la fractura y el distanciamiento que él mismo ha provocado, haciendo venir a menos la comunión con los hermanos en la fe. Cuando uno reflexiona todo esto, habla sobre esto, vienen recuerdos y situaciones en las cuales uno pudo también ser el motivo de la división. El Evangelio nos propone estas etapas o itinerario que indican el esfuerzo que el Señor le pide a una comunidad, sobretodo para acompañar a quien se equivoca para que no se pierda, para que no siga cometiendo errores; y es ante todo necesario evitar el clamor o el deseo de la murmuración, de la habladuría y yo creo que esto es muy importante. Nunca debemos olvidar esta frase que el Señor nos dice hoy “ve y corrígelo en privado”, antes de hablar de él, antes que la situación se salga de un buen tono. Yo creo que aquí lo importante es ser delicados, prudentes, humildes; tener mucha atención hacia la persona que ha cometido una culpa evitando que las palabras puedan matar, herir al hermano. Porque las palabras matan cuando yo hablo mal, cuando hago una crítica injusta, cuando con mi lengua saco el cuero de un hermano; eso es matar la reputación de una persona, las palabras matan. Y también hay que tener discreción de no mortificar inútilmente a la persona en cuestión; aquí hay que ayudar, darse cuenta de aquello que ha hecho y que con su culpa ha ofendido, no solamente a una persona, sino a una comunidad entera. Y hay que ayudar a librarnos de la ira, del resentimiento que sólo nos hacen mal; la amargura del corazón que trae la ira, que trae el resentimiento y que nos lleva a insultar y a agredir, nos perjudican más. Y qué feo es ver salir de la boca de un cristiano un insulto o una agresión. No hay que olvidar lo que dice la palabra de Dios “que no salga palabra desedificante de tu boca”. La corrección fraterna es un aspecto de amor, de comunión; y eso tiene que reinar en nuestra casa, en nuestra parroquia, en nuestras comunidades. María, auxilio de los cristianos, ruega por nosotros. La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ti y te acompañe siempre. Un abrazo, feliz domingo.