Reflexión del Día - Octubre 05 de 2020
Listen to "Ep. 177 | OCT:05:2020 Lunes 27ª Semana del Tiempo Ordinario" on Spreaker.
♰ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Lucas 10, 25-37 ♰
En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?”. Él le dijo: “¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?”. Él contestó: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo”. Él le dijo: “Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida”.
Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: “¿Y quién es mi prójimo?”. Jesús dijo: “Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.
Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: ‘Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta’. Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?”. Él contestó: “El que practicó la misericordia con él”. Díjole Jesús: “Anda, haz tú lo mismo”.
Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: “¿Y quién es mi prójimo?”. Jesús dijo: “Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.
Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: ‘Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta’. Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?”. Él contestó: “El que practicó la misericordia con él”. Díjole Jesús: “Anda, haz tú lo mismo”.
Palabra del Señor.
Reflexión
Bueno, pues una vez más, hermoso texto de la Palabra que hemos escuchado; bastaría que ojalá varias veces durante este día pudiéramos volver sobre el texto, volver a escucharlo, meditarlo, para saber una clave preciosa, una respuesta para la vida: quien es mi prójimo. Y Jesús aquí nos enseña en esta parábola que nuestro prójimo es todo aquel que está cerca de nosotros sin distinción de raza, de afinidades políticas, de edad, y necesita nuestro socorro que es lo más importante.
Y nos da ejemplo el Señor, de lo que debemos hacer nosotros; una compasión efectiva, práctica, porque eso pone el remedio oportuno ante cualquier persona que encontramos lastimada en el camino de la vida. Hay tantas heridas que uno puede encontrar en muchísimos caminos; lesiones producidas por la soledad, por la falta de cariño, por el abandono; necesidades del cuerpo: hambre, vestido casa, trabajo; la herida profunda de la ignorancia; llagas producidas en el alma por el pecado que la Iglesia cura en la confesión; y debemos poner todos los medios para remediar esas situaciones como Cristo lo haría: con un verdadero amor donde hay que poner el corazón.
Que María nos ayude a saber tener una respuesta sencilla y humilde frente al prójimo. María, auxilio de los cristianos, ruega por nosotros. La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ti y te acompañe siempre. Un abrazo fuerte, feliz día.
Y nos da ejemplo el Señor, de lo que debemos hacer nosotros; una compasión efectiva, práctica, porque eso pone el remedio oportuno ante cualquier persona que encontramos lastimada en el camino de la vida. Hay tantas heridas que uno puede encontrar en muchísimos caminos; lesiones producidas por la soledad, por la falta de cariño, por el abandono; necesidades del cuerpo: hambre, vestido casa, trabajo; la herida profunda de la ignorancia; llagas producidas en el alma por el pecado que la Iglesia cura en la confesión; y debemos poner todos los medios para remediar esas situaciones como Cristo lo haría: con un verdadero amor donde hay que poner el corazón.
Que María nos ayude a saber tener una respuesta sencilla y humilde frente al prójimo. María, auxilio de los cristianos, ruega por nosotros. La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ti y te acompañe siempre. Un abrazo fuerte, feliz día.
Padre Manuel Penagos