Listen to "Ep. 176 | OCT:04:2020 Domingo 27º del Tiempo Ordinario" on Spreaker. Primera Lectura:
Del libro de Isaías 5, 1-7
Quiero cantar en nombre de un amigo la canción de su viña. En fértil colina tenía mi amigo un viñedo. Despejó su predio, roturó la tierra y plantó cepas de las mejores vides. Levantó la torre del guardián, y para el vino construyó el lagar. Y esperó de su viña uvas dulces, pero le dio solo uvas agrias. Ahora, habitantes de Jerusalén y de todo Judá, digan ustedes entre mi viña y yo. ¿Había algo más que hacer por ella, que yo no lo hiciera? ¿Por qué ha dado uvas agrias, cuando yo esperaba uvas dulces?
Pues ahora quiero que sepan lo que voy a hacer con mi viña: quitarle el vallado, para que la devasten, derribar su cerca, para que la pisoteen. No dejaré más que el rastrojo. No podarán ya sus vides ni arrancarán la maleza; se llenará de zarzas y abrojos. Y daré orden a las nubes de no llover sobre ella. Pues esa viña es la viña del Señor omnipotente: es el pueblo de Israel; los habitantes de Judá son su huerto preferido. Él esperaba respeto del derecho, y solo ve sangre; esperaba justicia, y solo oye quejas.
Palabra del Señor.
Salmo Responsorial: Salmo 79
R/. Señor omnipotente, ven a visitar tu viña.
- Sacaste una vid de Egipto, expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste. Extendió sus sarmientos hasta el mar, y sus brotes hasta el Gran Río. R/.
- ¿Por qué has derribado su cerca para que la saqueen los viandantes, la pisoteen los jabalíes y se la coman las alimañas?. R/.
- Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó, y que tú hiciste vigorosa. R/.
- No nos alejaremos de ti; danos vida, para que invoquemos tu nombre. Señor, Dios de los ejércitos, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve. R/.
♰ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Mateo 21, 33-43 ♰
Estando en Jerusalén, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: “Escuchen esta otra parábola. Una vez un patrón plantó una viña, la rodeó con una cerca, construyó el lagar para exprimir las uvas y levantó la torre del guardián. Luego la arrendó a unos que la cultivaran, y se fue. Cuando llegó el tiempo de recoger las uvas, envió a sus criados a donde los cultivadores para cobrarles la parte que le correspondía. Pero los cultivadores agarraron a los criados y apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon.
Todavía envió a otros criados, más numerosos que los primeros, pero los trataron de igual manera. Finalmente, les envió a su hijo pensando que por tratarse de su hijo lo respetarían. Pero los cultivadores, al ver al hijo, dijeron: ‘Este es el heredero: vamos a matarlo y nos quedamos con su herencia’. Y efectivamente, lo agarraron, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron. Ahora pregunto: cuando venga el dueño de la viña, ¿qué hará con esos cultivadores?”. Ellos respondieron: “Pues les dará una mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros cultivadores, que le entreguen puntualmente la parte de la cosecha que le corresponde”.
Jesús entonces les dijo: “¿No han leído nunca lo que está en las Escrituras?: La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Por eso les digo: Dios les va a quitar su Reino para confiárselo a un pueblo que produzca frutos”.
Palabra del Señor.
Reflexión
Meditemos hoy, junto al Señor, si encuentra frutos abundantes en nuestra vida. Abundantes porque es mucho lo que se nos ha dado; frutos de caridad, de trabajo bien hecho, de oración, de actos de amor a Dios que seguramente hemos hecho durante el día, bueno, contradicciones bien aceptadas, pequeños servicios a quienes nos rodean. Y examinemos si a la vez somos origen de uvas agrias que son los pecados y la tibieza, la mediocridad, las faltas por las que nunca hemos pedido perdón a Dios y sería un buen momento para mirar esos frutos que estamos dando.
Dios no ha escatimado nada para cultivar y embellecer su viña porque siempre espera algo de nosotros; Él lo puede hacer, pero siempre espera de cada uno de nosotros que demos buenos frutos. El pecado es el fruto agrio de nuestra vida y no hay que olvidarlo. Por eso es importante fomentar en cada uno de nosotros el deseo de reparar, aún en tiempo muy corto tantas ofensas que le hemos dado al Señor; y el vuelve a sonreírnos y el vuelva a darle paz a nuestra alma.
Yo creo que es muy oportuno decirle al Señor “dame Jesús, un amor como hoguera de purificación, donde mi pobre carne, mi pobre corazón , mi pobre alma, mi pobre cuerpo, se consuman limpiándose de todas las miserias terrenas; y ya vacío todo mi yo, llénalo de ti, que no me apegue a nada de aquí abajo, que siempre me sostenga el amor. María, auxilio de los cristianos, ruega por nosotros. La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ti y te acompañe siempre. Un abrazo fuerte, feliz día.