♰ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Juan 16, 16-20 ♰
En la Última Cena, dijo Jesús a sus discípulos: “Dentro de poco ya no me verán. Pero esperen otro poco, y entonces podrán verme”. Algunos de los discípulos comentaban entre ellos: “¿Qué quiere decirnos con que dentro de poco ya no lo veremos, pero que esperemos otro poco, y entonces podremos verlo? ¿Y cuando dice que retorna al Padre? ¿Qué significa ese poco? No entendemos lo que dice”. Se dio cuenta Jesús de que querían preguntarle algo y les dijo: “¿Se preguntan qué quiero decir con que dentro de poco ya no me verán pero que esperen otro poco y entonces podrán verme? Les aseguro que van a llorar y a afligirse, mientras que el mundo va a alegrarse. Estarán tristes, pero su tristeza se convertirá en alegría”.
Palabra del Señor.
Reflexión
Hoy me llama muchísimo la atención en este trozo del Evangelio que nos ubica el ambiente de la última cena; el dialogo bello y hermoso, sincero y lleno de amor que Jesús tiene con los discípulos, con sus amigos. De primera viene a mi mente esa expresión maravillosa que Jesús dice a esos muchachos que comienzan a seguirle: “ya no los llamo siervos, los llamo amigos”. Y hoy, encontramos en el Evangelio que, en este pasaje de la última cena el Señor les promete el Espíritu Santo, y los discípulos sienten una gran tristeza porque Jesús se va de su lado. Fíjate todo lo que pudieron vivir: las experiencias, las aventuras por la evangelización, los momentos de oración especiales que vivieron juntos, las madrugadas las grandes vigilias, las multitudes, los milagros; yo no me quisiera separar del Señor, y los discípulos sienten una gran tristeza.
Jesús no se queda en silencio; Jesús les promete algo, les conforta y les da la promesa del Espíritu Santo; esa promesa que va a fortalecer su fe, sobre todo en los momentos que van a ser críticos en los momentos de la persecución. Y hoy, también el Señor te dice, a ti, que quieres hablarle, que quieres seguirle, que quieres imitarle, que quieres conocerle, que también vas a encontrar dificultades en el camino. Aquí no se trata tanto de comprender quién es el Espíritu Santo; aquí el acto sencillo es de humildad, es invocar al Espíritu Santo, es acogerlo como el dulce huésped del alma, es decirle “ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor”.
Y seguramente alguno me podrá decir “pero no entiendo, quién es, cómo le voy a llamar, cómo le voy a invocar”; y es muy sencillo: déjale entrar en tu corazón porque Él es amor. El Espíritu Santo es el amor del Padre y del Hijo. Tu fortaleza no depende de los méritos, de tus títulos, de tuse seguridades. Recuerda solamente esta frase: “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”; esa es tu fortaleza. María, auxilio de los cristianos, ruega por nosotros. La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ti y te acompañe siempre. Te deseo un feliz día. Un abrazo.