♰ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Juan 16:12-15 ♰
En la Última Cena, dijo Jesús a sus discípulos: “Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero no las pueden soportar por ahora. Cuando venga el Espíritu de la verdad, los encaminará hacia la verdad plena. Porque no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oiga, y les dará a conocer lo que está por venir. Él me glorificará porque recibirá de lo mío y se lo dará a conocer. Todo lo que mi Padre tiene es mío. Por eso dije: Recibirá de lo mío y se lo dará a conocer”.
Palabra del Señor.
Reflexión
De muchas maneras, el Señor, hace fructificar nuestra oración y nuestros esfuerzos. Basta únicamente recordar alguna palabra del Señor: “mis elegidos no trabajarán en vano”. En la antífona de hoy se lee una palabra tan consoladora, bellísima del Señor: “Yo soy quien os he elegido del mundo y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. Así que, todo lo que hagamos, todo lo que emprendamos, nuestra misión apostólica, pues, unas veces se siembra sin frutos visibles. En otras oportunidades habrá recolección, quizá de lo que otros sembraron con su palabra, con su dolor oculto desde la cama de un hospital o desde un trabajo escondido y sin brillo, y el Señor quiere que se alegren juntamente el sembrador y el segador.
Y si los frutos tardan en llegar o nos asaltara la tentación de juzgar el valor de nuestros esfuerzos por sus resultados inmediatos, pues, no hay que olvidar en ocasiones no veremos las espigas ganadas; otros serán quienes las recolecten. Y una vez más el Señor viene a decirnos y nos pide que sembremos sin descanso y que experimentamos la alegría del labrador, seguro de que ya brotará algún día la semilla que arrojó el surco, y así uno se evitará ese desánimo que a veces llega, ¿verdad? No pretendamos tampoco arrancar el fruto antes de que esté maduro, no hay que estropear la flor abriéndola con nuestros dedos; la flor se abrirá y el fruto madurará en la estación y en la hora que sólo Dios sabe. Uno se afana mucho; no, siéntate a esperar lo que has sembrado como lo hace el campesino, con una paciencia profunda.
El hombre paciente se parece al sembrador que cuenta con el ritmo propio de la naturaleza y sabe realizar cada faena, cada momento, cada trabajo, en el tiempo oportuno: el arado, la siembra, el riego, el abono, la recolección… bueno, hay tantas tareas previas antes de ver la arena puesta en el pan que alimentará a toda familia. Que sea una oportunidad bonita, hoy, de revisar la paciencia y de encomendarnos más al Señor. María, auxilio de los cristianos, ruega por nosotros. La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ti y te acompañe siempre. Un abrazo fuerte, feliz día.