Una vez pasó el profeta Eliseo por Sunam. Había allí una señora rica, y le insistió en que se quedara a comer. Desde entonces siempre que Eliseo pasaba por allí, iba a comer en su casa. La señora le dijo a su marido: “Estoy segura de que este hombre que viene siempre a nuestra casa es un santo, un hombre de Dios. Hagámosle un cuarto en la azotea y pongámosle allí una cama y una mesa, con un asiento y una lámpara. Así, cuando venga a la casa, podrá quedarse allí”.
Llegó, pues, un día el profeta y se fue a su cuarto de la azotea a dormir. Pero le preguntó a su criado Guehazí: “¿Qué podemos hacer por esta señora?”. Guehazí respondió: “Infortunadamente no tiene hijos, y su marido ya es de edad”. Eliseo le dijo: “Llámala”. El criado la llamó, y ella se presentó a la puerta del cuarto. Y Eliseo le dijo: “El año entrante por esta época tendrás un hijo en tus brazos”.
Palabra del Señor.
Salmo Responsorial: Salmo 88
R/. Dichosos el camina, oh Señor, a la luz de tu rostro.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré la fidelidad por todas las edades. Pues dijiste: “Cimentado está por siempre mi amor, asentada más que el cielo mi lealtad”. R/.
Dichoso el pueblo que sabe aclamarte: caminará, ¡oh Señor!, a la luz de tu rostro; tu nombre es su gozo cada día, tu justicia es tu orgullo. R/.
Porque tú eres su honor y su fuerza, y con tu favor realzas nuestro poder. Porque el Señor es nuestro escudo, y el Santo de Israel nuestro rey. R/.
♰ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Mateo 10, 37-42 ♰
Al enviar a sus apóstoles, les dijo Jesús: “El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí. El que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es dingo de mí. El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que quiera conservar su vida, la perderá, y el que la pierda por causa de mí, la conservará. Cuando alguien los recibe a ustedes, me recibe a mí, y al recibirme a mí, recibe al que me envió. El que recibe a un profeta por ser profeta, recibirá recompensa de profeta; el que reciba a un justo por ser justo, recibirá recompensa de justo; y el que dé de beber, aunque sea solo un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, por ser discípulo mío, yo les aseguro que no perderá su recompensa”.
Palabra del Señor.
Reflexión
Dame, Señor, el amor con el que quieres que te ame; dame, Señor, el amor con el que quieres que te ame. Basta solamente tener esta pequeña oración a flor de boca, naciente del corazón durante todo este domingo, durante toda esta semana que empezamos, durante todo este mes que también iniciamos. Dame, Señor, el amor con el que quieres que te ame. Y correspondemos al amor de Dios cuando queremos a los demás, cuando vemos en ellos la dignidad propia de la persona humana; esa dignidad que se hace imagen y semejanza de Dios. Amar es acercarse a ese hombre, a esa mujer, herido, herida, que cada día está en nuestro mismo camino; amar es vendarle las heridas, atenderle y cuidar, es esmerarse de modo particular en acercarle al Señor.
A veces estamos lejos de Dios y ese es el mayor de los males; mi hermano, mi hermana, mi prójimo pide más atención. Por tanto, esto tiene que convertirse en un apostolado y cada vez que uno puede hacer algo por el otro, pues, es la mejor señal de que estamos amando a Dios y que estamos haciendo un camino para amarle más a Él; no hay que olvidar que el amor se manifiesta, en muchas ocasiones, en ser agradecidos. Cuando el Señor habló de aquella parábola de los deudores, cada uno de ustedes recuerda eso, le pregunta a Simón, el fariseo, -¿cuál de los dos amará más a quien les prestó el dinero?-, utiliza ese verbo de “amar” como sinónimo de estar agradecido. Y ahí se nos descubre esa sentencia de afecto que los hombres deben a Dios como creador.
Te invitó a corresponder al amor de Dios, te invito a luchar contra lo que nos aparta de Él. Yo creo que es necesario pelear cada día, aunque sea en pequeñas cosas porque siempre encontraremos barreras que intentarán separarnos de Dios; nuestro carácter, nuestro egoísmo, nuestra pereza, todo aquello que nos impide terminar bien el trabajo. Amamos a Dios, sólo cuando convertimos la vida en una incesante búsqueda de Él. Sé constante en buscar a Jesús, en las horas buenas y en las que parecen malas; en el trabajo, en el descanso, en la calle, en medio de la familia y acudimos a Santa María, nuestra Madre bendita: “no me dejes Madre, haz que busque a tu hijo, haz que encuentra tu hijo, haz que ame a tu hijo con todo mi ser. María, auxilio de los cristianos, ruega por nosotros. La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ti y te acompañe siempre. Que tengas un bonito domingo y una feliz semana. Un abrazo.