♰ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Mateo 8, 5-17 ♰
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó diciéndole: “Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho”. Jesús le contestó: “Voy yo a curarlo”. Pero el centurión le replicó: “Señor, ¿quién soy yo para que entres bajo mi techo? Basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes: y le digo a uno ‘ve’, y va; al otro, ‘ven’, y viene; a mi criado, ‘haz esto’, y lo hace”.
Cuando Jesús lo oyó quedó admirado y dijo a los que le seguían: “Les aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Les digo que vendrán muchos de Oriente y Occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el Reino de los Cielos; en cambio a los ciudadanos del Reino los echarán afuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes”. Y al centurión le dijo: “Vuelve a casa, que se cumpla lo que has creído”. Y en aquel momento se puso bueno el criado. Al llegar Jesús a casa de Pedro, encontró a la suegra en cama con fiebre; la cogió de la mano, y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirles.
Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; Él, con su palabra, expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos. Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: “Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades”.
Palabra del Señor.
Reflexión
Cuando somos nosotros solos los que encontramos al Señor, somos los dueños de este encuentro; pero cuando nos dejamos encontrar por Él, es Él quién entra en nosotros. Y aquí podemos imaginar el momento oportuno del encuentro del Señor con aquel centurión, con la suegra de Pedro; es Él quien vuelve a hacer todo de nuevo porque su venida significa hacer nuevas todas las cosas, es rehacer el corazón, es rehacer el alma, la vida, la esperanza, es el camino, es la verdad, es la vida. Y tú y yo estamos en ese camino de fe, y en esa fe que hoy el Evangelio nos la pone como la del centurión, porque vamos en camino para encontrar al Señor, y sobre todo, sobre todo, para dejar que Él nos encuentre.
Pero se necesita un corazón abierto para que Él te encuentre y me encuentre, y me diga aquello que Él quiere decirme, que no es siempre aquello que yo quiero que me diga. Él es Señor y Él me dirá lo que tiene para mí, porque el Señor no nos mira a todos juntos como una masa, pues, mira a cada uno a la cara, a los ojos, porque el amor no es un amor así, abstracto, es un amor concreto por ti de cara a cara, de persona a persona; el Señor me mira a mí. Por eso, dejarse encontrar por el Señor es precisamente lo que el Evangelio del día de hoy quiere insinuarnos; déjate amar por Él.
Este es un mensaje de mucha esperanza para tanta gente que vive en la desesperanza; muchas veces podemos estar cansados, agotados, sin ganas de seguir luchando, enfermos, afligidos o solos. El Señor una vez más, nos recuerda que, Él tomó sobre sí nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades; el Señor es el médico de todos los dolores y basta únicamente que salga de su boca una palabra, y esa palabra hace que todo sea nuevo. Ese es el maravilloso ejemplo del Evangelio del día de hoy en el centurión.
Con mucha fe, acerquémonos, con mucha confianza, con mucha humildad, con amor. María, auxilio de los cristianos, ruega por nosotros. La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ti y te acompañe siempre. Que tengas un bonito día.