Terminada la travesía del desierto, dijo Moisés al pueblo de Israel: “Acuérdate de todo el camino que el Señor tu Dios te ha hecho recorrer por el desierto en estos cuarenta años, para hacerte sufrir y ponerte a prueba y así saber qué intenciones abrigabas en tu corazón; para saber si cumplirías sus mandamientos o no. Te hizo sufrir y pasar hambre, pero te dio el maná que tú no conocías, ni conocieron tus padres, para que comprendas que no solamente de pan vive el hombre, sino que vive gracias a todo lo que procede de la boca del Señor.
No te olvides del Señor tu Dios, que te sacó del país de Egipto, o sea, de la esclavitud. Él te guió por aquel desierto inmenso y terrible, poblado de serpientes venenosas y alacranes, tierra reseca, sin una gota de agua; Él hizo que brotara para ti agua de la roca de granito; y en el desierto te dio a comer el maná, que tus padres no habían conocido”.
Palabra del Señor.
Salmo Responsorial: Salmo 147
R/. A los hambrientos los colmó de bienes el Señor.
Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sion: que ha reforzado los cerrojos de tus puertas y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R/.
Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina; Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz. R/.
Anuncia sus palabras a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos. R/.
Secuencia
Puede recitarse en forma abreviada, tal como sigue: ¡Pan del ángel! ¡Nuevo vino gusta el hombre peregrino! Pan de hijos y herederos, que a un extraño no se da. Don mil veces presentido: por Abrahán ofrecido, se inmolaba en los corderos, se recibió en el maná. Buen Pastor, Pan verdadero, tu piedad, aquí patente, nos proteja y nos sustente; y hasta el fin por el sendero de la vida guíanos. Tú que ahora a verdes prados nos llevas, pobres mortales, en el cielo comensales ya en tu pecho recostados, tus raudales ábrenos.
♰ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Juan 6, 51-58 ♰
Enseñando un día en la sinagoga, dijo Jesús a la multitud: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente. Y el pan que voy a dar es mi carne, para la vida del mundo”. Los judíos discutían entre sí diciendo: “¿Cómo puede este hombre darnos a comer su carne?”. Jesús les respondió: “Yo les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. A mí me envió el Padre, que tiene vida, y yo vivo por el Padre; de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo, que no es como el que comieron sus padres y murieron. El que coma este pan vivirá eternamente”.
Palabra del Señor.
Reflexión
Cierto día, nos cuenta el Evangelio, Jesús dejaba la ciudad de Jericó para seguir su camino hacia Jerusalén y pasó cerca de un ciego que pedía limosna junto al camino, y este, al oír el ruido de la pequeña comitiva que acompañaba al Maestro, pregunto qué era aquello. Y quienes le rodeaban, le contestaron: “es Jesús de Nazaret que pasa”. En este domingo del Corpus Christi, a la par en otros años, en nuestros templos, en nuestras calles, en nuestras ciudades y aldeas, veredas, caseríos, se lleva en procesión a Jesús Sacramentado. Y cuánta gente, seguro por ahí, un poco desconectada de la realidad de fe y de vida cristiana, preguntaría -¿qué es, qué ocurre?- Y yo creo que se les podría contestar con las mismas palabras que le dijeron a Bartimeo: “es Jesús de Nazaret que pasa, es el mismo que recorre las calles recibiendo el homenaje de nuestra fe y de nuestro amor.
Hoy, seguramente lo haremos a través de la televisión, de la internet; pero igual, creo que lo maravilloso, lo más hermoso, es exaltar al Señor que pasa por casa, que pasa por la propia vida y es el mismo Señor. Y como Bartimeo, también se nos debería encender el corazón para gritar: “Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí”. Y el Señor que pasa bendiciendo y haciendo el bien, tendrá compasión de nuestra ceguera y de tantos males, de esta pandemia, de esta situación que vivimos, inclusive del pecado que pesa en el alma.
Esta celebración del día de hoy, del Corpus Christi, quiere romper el silencio misterioso que circunda la Eucaristía y tributarle un triunfo que sobrepasa el muro de las iglesias, de los templos, para invadir tu casa, para infundir el sentido y la alegría de la presencia de Cristo, silencioso y vivo, en tu vida. Esto debe llenarnos de alegría, cantemos hoy al Amor de los Amores; cantemos al Señor, Dios está aquí, venid adoremos a Cristo redentor. En este día, el Señor toma posesión de tu casa, y que piedad, tu fe, sean las flores y los ramos en esta fiesta tan bellísima. María, auxilio de los cristianos, ruega por nosotros. La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ti y te acompañe siempre. Que tengas un feliz día.