♰ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Juan 19, 25-34 ♰
En aquel tiempo junto a la cruz de Jesús estaban también su madre, la hermana de su madre, María de Cleofás y María Magdalena. Al ver a su madre y cerca de ella al discípulo que Él tanto amaba, Jesús le dijo: “Mujer, este es tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “Esta es tu madre”. Y desde aquel momento el discípulo la recibió como su propia madre. Después, sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para que la Escritura se cumpliera hasta el final, Jesús dijo: “Tengo sed”.
Había allí una vasija llena de vinagre; empaparon, pues, una esponja, la ataron a una rama de hisopo y se la acercaron a la boca. Después de beber el vinagre, dijo Jesús: “Todo está cumplido”. E inclinando la cabeza, entregó su espíritu. Como era víspera del sábado, los judíos le pidieron a Pilato que mandara quebrar las piernas de los crucificados y retirar sus cuerpos, para que no quedaran en la cruz hasta el día siguiente, que era un sábado muy solemne. Los soldados fueron y quebraron las piernas a los dos que habían sido crucificados con Jesús. Pero cuando llegaron a Él, al ver que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua.
Palabra del Señor.
Reflexión
Dice el papa Francisco: “Me gustaría mirar a María como imagen y modelo de la Iglesia. Y lo hago recuperando una expresión del Concilio Vaticano II en la Constitución Lumen Gentium. Como lo enseñaba San Ambrosio: la Madre de Dios es una figura de la Iglesia en el orden de la fe, la caridad y de la perfecta unión con Cristo (numeral 63)”. Y yo creo que podríamos, en esta oportunidad, partir desde este primer aspecto: “María, modelo de fe". Permítanme que hoy pueda invocar y poner en este preciso momento la imagen de María, porque es modelo para la fe de la Iglesia. Basta, únicamente, pensar quién fue la Virgen, una joven judía que esperaba con todo el corazón la redención de su pueblo.
Pero, en aquel corazón de joven hija de Israel pues había un secreto -que ella misma aún no lo sabía- era el designio del amor de Dios, estaba destinada a convertirse en la madre del Redentor. Y por eso podemos mirar un poco con profundidad el mismo momento de la Anunciación: el mensajero de Dios la llama llena de gracia. Es el ángel que le revela este proyecto y es entusiasmante que María responde “Sí”, y desde ese momento la fe de María recibe una luz nueva. Se concentra en Jesús, el hijo de Dios, que se hizo carne en ella, y en quien se cumplen las promesas de toda la historia de la salvación.
La fe de María es el cumplimiento de la fe de Israel; en ella está reunido todo el camino, la vía de aquel pueblo que esperaba la redención, y en ese sentido, es el modelo de la fe de la Iglesia pues que tiene como centro al Señor -la encarnación del Amor infinito de Dios-. Y aquí podemos ver un poco más de cómo pudo ella vivir pues esta fe. Yo creo que en la sencillez de tantas ocupaciones y preocupaciones cotidianas, cada madre lo sabe hacer, en las pequeñas situaciones del hogar, en aprender a ofrecer los alimentos, la atención en el hogar, la ropa, el orden, sencillez, sencillez del hogar, así lo vivió la Virgen María. Así que dejémonos iluminar hoy por la fe de María, que es madre nuestra. María, auxilio de los cristianos, ruega por nosotros. La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ti y te acompañe siempre. Que tengas un bonito día.