♰ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Mateo 13, 44-46 ♰
En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: "El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas, que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra."
Palabra del Señor.
Reflexión
El Señor, hoy nos propone dos parábolas breves: El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido y a una perla de gran valor. Aquí lo central, sin hablar más, es descubrir que el Reino de Dios vale la pena, y por eso te invito a tener tres momentos en esta pequeña reflexión: uno, aprender a apreciar; dos, aprender a encontrar; y tres, aprender a vender, pero lo vamos a tomar desde el Evangelio. Apreciar: eso implica darse cuenta de que ese tesoro que Dios tiene preparado para nosotros, pues ya está en nuestras vidas; por eso dice el dicho “no hay peor ciego que el que no quiere ver”; y tal vez nos cuesta, o no terminamos de descubrir que Dios ya llegó a nuestra vida y que se nos muestra todos los días.
Solamente hay que fijarnos cuántas veces andamos perdiendo el tiempo y nos olvidamos que el tesoro que Dios nos quiere regalar, tiene que ver con eso, con lo cotidiano, y es importante reconocerlo. Y estamos llamados a la santidad, y el Santo es aquel que aprendió a apreciar a Dios en la normalidad de su caminar; no tiene que hacer otra cosa extraordinaria. Dos, el vender; esto implica un esfuerzo, y llama la atención la respuesta que Jesús nos muestra, qué tenemos que tener cuando encontramos este tesoro. Quien lo encuentra va y vende todo lo que tiene para comprar el campo donde estaba escondido el tesoro o para comprar la perla de gran valor.
Y yo creo que esta es una condición importante: hay que vender todo, es decir, para vivir esto tan grande, que es el Reino de los Cielos, pues es necesario exigirse; hay que desprenderse, hay que ser generoso. Y esto implica un esfuerzo; yo no sé cuántas veces hemos escuchado que seguir a Cristo es cosa fácil… ¡no! El Señor dice “quien quiera seguirme que renuncie a sí mismo, que cargue su cruz de cada día y me siga”. Pero esto no me tiene que desanimar, todo lo contrario; me tiene que animar, me tiene que dar más alegría para vivir en amistad con el Señor. Yo creo que nada, nada te va a llenar tanto nada te va a plenificar tanto como encontrarse con el amor de Dios.
Y tercero, alegría; el gran el gran tesoro es la alegría de Cristo Jesús. Recuperar tu vínculo con Jesús, ese tesoro vivo y verdadero que es la vida de fe; quédate tranquilo, quédate tranquila, que te va a alcanzar con lo que tú eres y con lo que tienes. Hay que aprender a hacer esa oración tan sencilla que encontramos en los libros sabios de la Sagrada Escritura, en los proverbios, en una oración preciosa que hace un hombre a Dios y le dice: “no me des ni pobreza ni riqueza, dame lo necesario para vivir”. Y dice el Evangelio que cuando aquel hombre encontró el tesoro, se llenó de alegría; esa es la fe, es lo que le da gusto y sabor a tu vida.
Por eso, acércate al Señor y recuerda que te puede fallar todo, te puede faltar todo, pero que no te falte el encuentro personal con el Señor; búscalo porque Él te buscó primero. María, auxilio de los cristianos, ruega por nosotros. La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ti y te acompañe siempre, amén. Un abrazo fuerte. Feliz día.