Reflexión del Día - Julio 21 de 2020

Yo creo que hay una gran enseñanza y así lo siento en este Evangelio porque es el relato de esa escena bíblica en la que Jesús está hablando, enseñándole a la multitud, curando enfermos; está con su pueblo, con aquellos que le buscan, con aquellos que encuentran en Él, consuelo, fortaleza, paz y le anuncian que afuera están su madre y sus hermanos. Y mira de qué manera, el Señor, no es que sea descortés, sino que usa esa imagen en ese momento con una pregunta -quién es mi madre y quiénes son mis hermanos- Y señalando a sus discípulos dijo: “estos son mi madre y mis hermanos”, porque todo el que cumple la palabra del Señor lo es.

¿Qué significa esto para ti y para mí? De qué manera el Señor amplía esta relación filial y fraterna a todos aquellos que se animan a escuchar la palabra de Dios y a vivirla. Esta es la invitación que el Señor nos hace: poder reconocer este carácter familiar y universal en su palabra. Saber que allí encontraremos este amor de Jesús que nos consuela, que nos fortalece y nos devuelve la alegría; y, sobre todo, reconocer que en su palabra están contenidos los pasajes de la sabiduría de Dios impregnados de su amor.

Pidámosle al Señor que en este día podamos hacer siempre su voluntad. Sabemos que somos limitados, que somos pecadores; pero también tenemos la certeza que, con el auxilio del Santo Espíritu de Dios podremos descubrirlo en cada palabra viva y sobre todo en la Eucaristía. Vamos a pedir esa gracia, vamos a reconocerlo, a anunciarlo. María, auxilio de los cristianos, ruega por nosotros. La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ti y te acompañe siempre. Un feliz día.