♰ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Mateo 10, 34–11, 1 ♰
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: “No piensen que he venido a la tierra a sembrar paz; no he venido a sembrar paz, sino espadas. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa. El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará.
El que los recibe a ustedes me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo tendrá paga de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, solo porque es mi discípulo, no perderá su paga, se lo aseguro”. Cuando Jesús acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.
Palabra del Señor.
Reflexión
Bueno, pues hoy nos encontramos un lenguaje bastante fuerte ¿verdad? Hay expresiones a Jesús que son muy fuertes; incluso, en particular, a veces son como desconcertantes. Lo hablo personalmente ¿no? Pero esto necesita una interpretación que no pretende rebajar, diluir el texto del Evangelio. Sino que, nos puede ayudar a comprenderlo adecuadamente como la Iglesia, pues, lo entiende. Una de las cosas que tenemos que tener en cuenta es el modo de hablar propio de una cultura fundamentalmente oral, que era el momento, era el tiempo de Jesús. No habían libros. Pocos eran los que sabían leer, escribir. Los maestros tenían que esforzarse por hablar y enseñar de un modo que, por sus expresiones por sus palabras, pues la gente captara la atención y grabara en la memoria lo que se quería proponer.
Por eso las expresiones son fuertes y tienen ese objetivo ¿no? de reclamar atención, de facilitar el recuerdo, la memoria de la propuesta y de la enseñanza. Y lo que Jesús quiere proponer pues es el lugar singular que Él tiene…Él no solamente es un maestro o un profeta, sino que es el Hijo de Dios, el Enviado. Y a ese lugar y a esa misión corresponde pues una adhesión total, incondicional. Y esto es lo que el Señor reclama…“El que ama a su padre o a su madre más que a mí, pues no es digno de mí”. Y frente a esto pues se den su lugar los afectos más sagrados ¿no?, más queridos; no es que no tengan valor, no es que la adhesión a Jesús los cuestiona…todo lo contrario, Jesús lo dignifica. Y aquí pone de relieve el mandamiento de honrar padre y madre, de cultivar en definitiva los vínculos familiares. La adhesión a Jesús los ordena, los jerarquiza; es decir, primero el Señor.
Y aquí me parece que está la invitación, en el texto del día de hoy. Y hay que hacer una elección que nos hace libres, que nos plenifica en nuestra libertad y que sepamos dispensar la honra de vida pues a quien representa a Jesús. Que es también lo que Jesús pide en este Evangelio: a sus enviados. Y cuando uno dice a quienes representa a Jesús, pues no sólo es el papá, no solamente es el párroco, no solamente pues es el Papa o los obispos, sino también los hijos, los hermanos entre sí, los amigos, los más pequeños.
Solamente pongamos atención a esto porque nos está invitando a tener un buen trato, a ser conscientes de que el Señor va a recompensar convenientemente. “Cualquiera que dé a beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a cualquiera de estos pequeños, por ser mis discípulos, pues no quedará sin recompensa”. Así que esto es una invitación para elegir a fondo y en serio a Jesús, para reconocerlo en los demás, para honrarlo como se merece y para esperar -con confianza- la recompensa que promete. Que tengas un bonito día hoy. María, auxilio de los cristianos, ruega por nosotros. La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ti y te acompañe siempre. Un abrazo.